Patagonia ADN (disco de folklore)
Miércoles, 15 de Diciembre de 2010
- Che, no sabés una canción patagónica pa’ concursar en el festival?
- Y… (dice el otro) tenés “Petrolero que va” d’ese chango Osé.
- Ah no… (rechazó el cantor) a mí no me gustan esas canciones inventadas!!
Este diálogo es real y ocurrió en Pico Truncado. Es que el cantor era norteño. Él estaba seguro de que no había nada fuera de las canciones que había conocido por la tradición oral.
Nací en Santa Cruz, lejos del petróleo y del mar. Mi papá era músico, mis tíos eran músicos. Además de la guitarra, tocaban acordeón; tenían un gran repertorio de polka, baión, ranchera, valse y pasodoble pero no tocaban las formas musicales del noroeste argentino. En el interior patagónico, lejos de las grandes ciudades costeras, se hacían bailes en ocasiones importantes como la señalada, la fiesta de San Juan y los días patrios. El baile en las estancias era un acontecimiento extraordinario de la vida campesina y aunque existía la Victrola, eran los acordeonistas los que conocían mejor el corazón de los bailarines.
Llevo en el alma el sonido de “la acordeón verdulera”. Por eso la armónica está presente en muchas de mis composiciones. Nunca logré que uno de esos acordeonistas integre mi banda. Creo que ellos no concebían el espectáculo de esa manera. No hubieran tocado para que la gente escuche. Ellos tocaban para que la gente baile.
Para el canto íntimo, para la noche alumbrada a candil o a lamparita de pared, los músicos elegían los estilos, las milongas y otras formas camperas; se contaban grandes relatos por milonga y se cantaba algún valsecito romántico.
“La Patagonia no tiene folklore”
Después de los cataclismos, luego de la retirada de los hielos, cuando la tierra se preparó a sí misma para recibir al Hombre, le entregó su música: es ese golpe-latido primordial, el ritmo intrínseco de la tierra, que no tiene nombre y nunca lo tendrá porque no se le puede dar un nombre.
Y la presencia de la acordeón y la guitarra es centenaria. Los músicos iban y venían del toldo a los boliches, de pueblo en pueblo, de campamento en campamento. Y los instrumentos iban con ellos.
La región siempre tuvo habitantes “aunque muchos crean que todo empezó con Roca en 1879”, como señala Navarro Floria en su Historia de la Patagonia. Por lo tanto, la suma de habitantes, los sonidos primordiales, mas instrumentos musicales y aportes culturales da como resultado el folklore (el saber popular). Y nuestro folklore es diferente al de otras regiones. No tenemos necesidad de “inventar”. Cantamos nuestra cultura.
Patagonia ADN.
En el año 2007 comencé a grabar lo que ya sabía que sería una trilogía. Espero establecer un hilo conductor que venga desde los sonidos de la tierra hasta mi generación. Los nuevos músicos están haciendo su propio trabajo.
En mis primeros discos ya había rescatado “El Monono” (escrita por Chacho Ortega, tal vez en 1945) y la “Polka de doña Elcira” que no tenía título y era conocida porque le gustaba a la tía Elcira. El portador del recuerdo de esa polka era mi viejo.
En estos discos estoy grabando autores: Valeriano Avilés, Abelardo Epuyén González, Marcelo Berbel, El Bardino y a los contemporáneos Chele Díaz y Nito Sáiz. Creo que uniendo mis canciones a las de ellos voy a lograr una síntesis de la idea que sostengo respecto de la canción patagónica.
Con esta nota despido el 2010. Les deseo Felicidades. Ojalá que se cumplan todos nuestros deseos. Hasta pronto.
http://www.diariocronica.com.ar/notas/notas.php?idnota=130466
http://www.laopinionaustral.com.ar/diario.asp?Modo=Noticia&NId=9292&A=2010&M=1&D=3