El País Aónikenk

Para amar tu provincia, a tu gente y tu pueblo
deberías saber (por ejemplo)
dónde nació este río, en qué montañas,
de qué hielos y lagos estas aguas
traen hasta los valles su tumultuoso aporte al regadío.
Es necesario amar el agua,
no tánto la que pasa, sino la innumerable agua-masa
las entrañas del glaciar que parece dormido en las montañas.
Los ríos son arterias que conducen la savia glaciaria.

Para querer profundamente habrás de conocer la historia aónikenk.
Transitarás caminos de pampas y mesetas,
de guadales y valles, cañadones y vegas;
caminando tu tierra de aike en aike
(del Estrecho al Deseado, desde el mar a Chaltén)
tus ojos verán la geografía intacta del país aónikenk.
Ellos no están, los buscarás en vano,
pero la tierra guarda los restos del pasado;
no profanes el chenke, el picadero
ni los frisos de las grandes cavernas
donde hay manos pintadas, guanacos, hombres y avestruces
en escenas de caza.
Ellos no están pero su rastro queda
Entre altas paredes de piedra y en las viejas cavernas.

Para amar la provincia es necesario
reconocer su piel en la aspereza de las matas
y saber, que debajo del asfalto,
duermen antiguos rastros de mulas, y de chatas.
En la voz del carrero está la historia
del afán fundador de los abuelos,
de arreos cruzando el territorio para encontrar el valle junto al cerro.
Venían, mis abuelos (por ejemplo) de Las Lajas;
otros de Chile, España o Buenos Aires:
no importa de qué parte
eran fundadores
(y no hablo de los latifundios que sólo nos dejaron el alambre).

Para amar la provincia hay que acordarse
que vinimos del campo a las ciudades
que fueron campesinos, nuestros padres;
a mitad de camino
(del último tehuelche hasta el recién venido a nuestra tierra)
hay una historia y es necesario conocerla:
espectros de indios sin orejas
las tumbas colectivas de las huelgas rurales
aún esperan redención para su sangre.

Para amar tu provincia, a tu gente y tu pueblo
deberías cantar, por ejemplo, al hombre petrolero:
este es el hombre actual, habitante industrial de recientes ciudades.

Esta es la historia viva, se construye en las calles
y pobre del cantor que no la cante.