La letra del Gato.
David Aracena, “Las palabras y los días” Durante veinte años, David escribió una columna (un recuadro) en el diario El Patagónico de Comodoro Rivadavia; firmaba como Juan de Punta Borjas. En ese entonces, años sesenta, también firmaban Julio Anselmino y Asencio Abeijón. Habría que escribir un libro para abarcar la personalidad de David pero, con dos anécdotas, lo pinto de cuerpo entero: trabajó de encargado de una comisaría en un pueblo de Chubut. En uno de los calabozos abrió una biblioteca. Cobijó a cuanto poeta suelto y con hambre que pasaba por Comodoro y, en un encuentro de escritores de General Sarmiento (Buenos Aires) lo vi llegar con un cargamento de libros, pero de otros autores. Anita, su esposa, también poeta, era tan singular como él.
Yo leía el diario en Pico Truncado, tendría veintidós/veintitrés años; lo primero que buscaba era “Las palabras y los días” Todo lo que David sabía lo entregaba allí con generosidad, nos “avivaba” de autores que no conocíamos, tocaba temas de la literatura y de la historia regional siempre con una escritura límpida, hospitalaria. Creo que fue entonces que me propuse que, algún día, yo también escribiría una columna.
Iban a pasar muchos años hasta que comencé en Crónica de Comodoro Rivadavia con “Cultura y Región” durante los noventas y luego en el diario digital Voces y Apuntes, ya en los dos mil.
Pero, lo que marcó el camino para siempre fue que un día, David (el instinto infinito de David) me nombró entre algunos poetas jóvenes de la región. Yo me consideraba un anónimo total.