Literatura china contemporánea


Nota para la revista Dangdai (N°14) dirigida por Gustavo Ng y Nestor Restivo.
La intención de esta nota es registrar un breve paso (un sobrevuelo) por la literatura post Mao. Abordar el género a partir de la finalización de la Revolución Cultural, es decir, desde los años ´80 hasta la fecha. Hace algunos meses asistimos en Chile a una conferencia del Vicepresidente de los Institutos Confucio de América Latina, Dr. Sun Xintang sobre la narrativa china del período que señalamos; las notas tomadas en ese momento han sido de gran utilidad para este trabajo.
A partir de 1978, China reformó la premisa de que el arte debe servir al pueblo. Tres décadas de sequía en la narrativa habían transcurrido desde 1949. Finalizada la Revolución Cultural surgió una nueva literatura y rompió con el modelo “realista-socialista”. Apareció entonces la Literatura de las Cicatrices. Luego (como puesta en foco de los prismáticos de la inspiración) la literatura de las raíces. También: neorrealismo, vanguardia, nuevas corrientes y literatura del exilio son títulos que contienen una vasta producción de la cual Occidente solo tiene un conocimiento superficial.
Literatura de las cicatrices
Zhang Xianliang, Lu Xinhua, Wang Meng, Liu Xinwu, Li Guowen y Gao Xiaosheng (entre otros) abordaron la retrospección; escribieron sobre la destrucción cultural porque habían sido víctimas de la represión, enviados a los campos de trabajo y reeducación precisamente porque eran escritores. Habían sobrevivido. Cicatrices, es un intento por restañar las roturas, enhebrar los escombros, rellenar las profundas grietas culturales que aparecieron a fines de la década del ’70. "La Literatura de cicatrices tuvo, hasta cierto punto, la venia de los dirigentes. Al fin y al cabo, una cicatriz es un daño parcial, puede ser reparado y la vida sigue una vez que se hayan identificado a los que perpetraron el daño” como dice Flora Botton Beja de El Colegio de México en su artículo sobre tendencias de la litera china moderna. La “Primavera de Beijing” dio lugar a una gran actividad de parte de los escritores sin que el Partido Comunista Chino interfiriera aunque no aprobase los contenidos críticos.
Lo que sigue es un párrafo de una traducción al español de La Mariposa de Wang Meng (1):
“Sí, cuatro años habían pasado desde su rehabilitación. “Había estado demasiado ocupado como para encontrarse con gente común…//…no se atrevía a regresar, como si fuera superior a un trabajador común y corriente. Y si se iba más a fondo, ni siquiera el viaje en un vagón de segunda podía satisfacer a los igualitaristas. La mayoría viajaba en asientos duros. El viaje duraría setenta horas y estaría sentado así durante ese largo tiempo”
“El Partido le había mostrado el camino; el respeto, la confianza y la esperanza del pueblo lo empujaban hacia adelante. Y en esta primavera presentía un cambio de aire. Las cosas no podían seguir siempre así. Si hasta los niños sabían diferenciar entre lo correcto y lo erróneo ¿cómo era posible que no lo hiciera el Partido? Mirando hacia el pasado, hacia la historia de China y mirando la situación presente, divisando el futuro se convenció de que, a pesar de todo, el Partido era grande y glorioso y que un día tomaría la línea correcta”
(1) Wang Meng, La Mariposa, Ediciones Desde la gente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y Prosa y Poesía Americana editores (2013)

Literatura en busca de las raíces
y la literatura de vanguardia.

Han Shaogong publica, a principios de los ’80 su ensayo “Las raíces de la literatura” donde plantea la necesidad de volver a la tradición cultural como paso indispensable para revitalizar la literatura. Raíces prioriza la estética y la identidad, de alguna manera reacciona contra la literatura de las cicatrices. Buscan implantar un modelo autóctono y creativo. Muchos escritores realizan viajes a la China profunda, se relacionan con la diversidad de lenguas y costumbres, acceden a las narraciones tradicionales y alimentan su producción en el sentido expresado por Han Shaogong.
No obstante, en los años ’80 se produce al mismo tiempo el auge de las traducciones de la literatura occidental. El boom literario de esos años fue traducido al chino. Aquí cito nuevamente a Botton Beja en el mismo artículo: “Los escritores chinos leyeron a Kafka, Hemingway, Sartre, Camus, Faulkner. La literatura latinoamericana fue apreciada a través de las obras de García Márquez, Borges, Vargas Llosa, Rulfo. Es cierto que algunas corrientes estilísticas ya habían pasado de moda en Occidente, pero para China todo era novedad. Así fue como conocieron el existencialismo, el simbolismo, el psicoanálisis freudiano, el teatro del absurdo, el surrealismo, el realismo mágico, la nueva novela francesa”

Wang Anyi es la exponente femenina por antonomasia de ese momento. En Amor en un valle encantado nos relata una aventura platónica que tiene con un colega escritor. De esta experiencia, que la enriquece y la hace volver a confiar en el amor, sólo rescata que ha de volver a su matrimonio, como una buena mujer china.
“La vida cotidiana la ha ubicado en un mecanismo, como si fuera un minúsculo planeta lanzado sobre una trayectoria que le obliga a seguirla sin poder detenerse ni apartarse, a avanzar, a su pesar. Por la mañana, al despertarse, se sienta en el borde de la cama, aún adormecida, en la boca un sabor amargo; un largo bostezo le llena los ojos de lágrimas. Una pierna plegada sobre la cama y la otra colgando para alcanzar el suelo con la punta del pie, observa a su marido con el rabillo del ojo. Está tendido sobre el dorso, brazos y piernas extendidas, bajo un fino cobertor. El sol apenas puede atravesar la cortina de terciopelo y, en la oscuridad de la pieza, se escucha la aguja que gira sobre el cuadrante del despertador” “…sus miradas se cruzan vagamente, se miran sin verse, como dos casas centenarias que están a ambos lados del mismo camino. Demasiado presionados para explorarse, hace tiempo que se arrancaron las tejas y los ladrillos de sus muros, no son más que dos aglomeraciones de ruinas y muros derrumbados, pero no tienen la voluntad ni el coraje de reconstruirse, tampoco pueden decidir abandonar y alejarse del otro. No les queda otra opción que permanecer uno frente a otro, desolados y solitarios, o peor aún destruirse”… “Ella se encuentra a miles de leguas de él, desde hace tiempo se conocen de memoria. Con ese conocimiento mutuo, cada uno de mantiene en su lugar y no hace mucho más de lo que debe hacer”

Dice Yu Hua, el autor de China en diez palabras,: “Hace mucho tiempo el poeta italiano Dante escribió este sencillo verso: Cuando la flecha se clava en el blanco, ha dejado la cuerda, en el que invierte delicadamente la relación causa-efecto para hacernos conscientes de la velocidad a la que suceden las cosas. Los cambios trepidantes en la sociedad china de los últimos treinta años, nos muestran un modelo de desarrollo en el que, sin duda, se ha alterado esta relación. Vivimos rodeados prácticamente a diario de una multitud de consecuencias pero rara vez nos detenemos a indagar dónde está su origen. Por eso los conflictos y problemas sociales que se han extendido como las malas hierbas han quedado soterrados bajo la euforia que ha traído consigo el vertiginoso desarrollo económico”
Agrega: …”un viejo amigo me propuso como título de una conferencia “La China de un escritor” y fue ahí donde se me ocurrió la idea de escribir este libro. Ya de vuelta en China decidí que lo escribiría partiendo de diez palabras y Alan me sugirió llamarlo China en diez palabras. Me gustó el carácter claro y conciso de este título”
El libro propone un viaje entre las siguientes palabras: pueblo, líder, lectura, escritura, Lu Xun, revolución, disparidad, gente de a pie, imitación y enredar. Fascinante.
El neorrealismo
En simultáneo con la corriente vanguardista aparecieron nuevos y viejos escritores de la talla de Liu ZhenYun, Chi Li, Fang Fang, Xu ZeChen, entre otros quienes nos llevan de la mano de las contradicciones sociales y las desventuras del hombre común, el que ha tenido que emigrar del campo a las ciudades, el que no tiene su hukou, que ha perdido a su familia, que vive solo y vuelve una vez al año –con suerte- a su terruño. También reflexionan acerca de la entrada vigorosa y sin matices de Occidente a China, en temas como la pornografía, el consumo desaforado.
“Qibao dejó escapar un grito y movió torpemente el control remoto que tenía en la mano, con la cara roja. DunHuang echó un vistazo a la pantalla de la televisión y vio que había apretado el botón equivocado. En lugar de detener la película, la había pausado y un hombre y una mujer desnudos estaban congelados abrazados en la pantalla. Mortificada, Qibao tiró el control remoto. DunHuang dijo: ¡Sólo es porno! No tienes por qué sentirte apenada. Yo la estaba viendo hace rato. ¿Por qué no la vemos juntos?”
“-No manches. ¡No voy a ver eso contigo!- Qibao se relajó visiblemente.
“- Un día te arrepentirás, cuando estés demasiado vieja y acabada como para que te importe”
De Corriendo por BeiJing, Xu Zechen, China Intercontinental Press.

La Nueva corriente histórica
Producto de este tipo de literatura, autores como Zhang Jie, el mismo Yu Hua, Chen ZhongShi, entre otros, son quienes proponen a mediados de los años ‘90 una revisión de los acontecimientos sucedidos en el siglo XX en China.
En la novela Faltan palabras de Zhang Jie conoceremos la saga de una familia a través de los diarios personales de su protagonista. Están presentes la invasión japonesa, las grandes hambrunas, la capitulación china ante las potencias occidentales, la pérdida de su territorio: los años del oprobio.
De regreso a 1942, de Liu ZhenYun nos acerca a la gran hambruna anterior a la Revolución de 1949. Fue llevada al cine por Feng Xiao Gang y presentada ante el jurado de los premios Oscar para participar como película extranjera en 2008.
Nuevas corrientes
Hacia el 2000 surgen los nuevos escritores. Jóvenes que intentan mostrar la occidentalización de su país, sus tradiciones, y las contradicciones en las que está inmersa gran parte de la sociedad china.
Han Han, Mai Jia, Zhou DaXin, Guo Jing Ming son algunos de sus mejores escritores. En Joyas de plata, Zhou DaXin escribe los dolorosos sentimientos de un hombre contemporáneo ante lo inevitable:
“Los recuerdos del pasado abrieron de nuevo las puertas a ese deseo confinado en su interior, así que se giró rápidamente, abrió el cajón de la mesa, y sacó un qipao verde claro que unos días antes había cogido en secreto del armario de Bilan, su esposa. En un santiamén se había quitado su ropa para ponérselo, y andaba, con el estilo femenino aprendido a muy temprana edad, admirando su gracia y delicadeza ante el espejo. Mira este cuerpo, delgado y alto, ¿acaso no se puede decir que es esbelto? Mis dos mejillas, ¿no son también redondeadas y blancas? Y si me echara un poco de colorete ¿no le gustaría a los hombres? “No podía apartar la vista de la mujer del espejo…pero cuando sin querer vislumbró lo que había detrás de aquella imagen de mujer, sus mejillas empalidecieron en un instante y la sonrisa de su cara salió volando como si fuera un pájaro que huye aleteando asustado. De pronto tomó conciencia de que había dado rienda suelta a ese deseo depravado que tenía encerrado por principios” …” - ¿Hice algo malo en una vida anterior? ¿Por qué me has dotado con cuerpo de hombre y corazón de mujer?”
La literatura del exilio y el escritor inclasificable.
Muchísimos escritores viven fuera de China, en el mundo desarrollado; tienen acceso al mundo editorial tentado por el exotismo y las críticas hacia el gobierno. Sus novelas nos llegan con facilidad en varios idiomas. En una lista corta de muchísimos autores, cito a Jung Chang, Lisa See, Jamie Ford, Adeline Yen Mah, Amy Tan, Timothy Mo, Aimee E. Liu, Ying Chen, Lulu Wang y Gao Xingjian (nacionalizado francés, nobel de literatura año 2000).
Especialistas coinciden en afirmar que Mo Yan, quien reside en China, reciente Premio Nobel de Literatura, no pertenece a ninguna de las corrientes expuestas ya que su literatura atraviesa todas ellas. Basta con leer Rana, Las baladas del ajo, y las innumerables obras que ha escrito y que se han llevado a la pantalla para comprender que este hombre pertenece a su cultura y a todas sus corrientes literarias.

Viviendo en Beijing (año 2010) leí su obra Grandes pechos anchas caderas: el primer párrafo me golpeó con la misma fuerza que el primer párrafo de Cien años de soledad.

“Desde su kang —la plataforma de ladrillo y tierra prensada en la que solía dormir—, donde estaba acostado tranquilamente, el Pastor Malory vio un haz de luz roja y brillante que iluminaba el pecho rosado de la Virgen María y la cara regordeta del Niño Bendito, que ella sostenía entre sus brazos, y que estaba con el trasero desnudo.”