Ayer, en la desconocida Beccar, salí a la calle justo cuando la oscuridad estaba llegando. Subí al auto y (máquina y cuerpo) fuimos entrando en una telaraña de sombras, en un agua de aire que lo inundaba todo. Me dije: aquí el WeTripantu, el Inti Raymi. Por lo menos una vez en la vida lo siento en mi universo, mi universo limitado de hombre consciente.