El Nadador
Así era él en ese tiempo mágico donde todo fue maravilloso; aquel tiempo que todos vivimos, un período -a veces breve- donde todo estuvo bien, en armonía. Cada uno lleva a cuestas su propio paraíso perdido. Adán y Eva son la gran metáfora de ese amor que tuvimos una sola vez en un tiempo y un espacio irrecuperables. Tal vez la frustración cotidiana sea ésa, la imposibilidad de poner en escena aquel tiempo fantástico donde todo estaba bien.
Algunos nostálgicos perpetuos de la juventud ubican ese paraíso en el tiempo en que tenían fuerza, resistencia, pelo y poca grasa, cuando eran héroes. Pero esa suele ser una nostalgia artificial, creada por la necesidad consciente del recordador para justificar cierto cinismo.
A mí me parece que si alguien alguna vez poseyó el paraíso, tuvo que ser en la niñez, cuando todo era original, novedoso; cuando los padres eran esa capa de ozono que nos protegía del mundo, esos viejos que casi todos los chicos han tenido alguna vez. Casi todos los chicos.