Facón Grande (ficción y realidad).

Osvaldo Bayer abrió el telón del gran escenario de la Huelga del 21.
Los personajes que durante décadas habían estado de pie sobre las tablas, bajaron del escenario y comenzaron a mezclarse con la gente. La tradición oral encontró entonces los detalles, las fechas, el dolor, la injusticia, los nombres, los lugares donde estaban las tumbas colectivas. Algunos testigos (como Don José Castagno, cuyas memorias publiqué por primera vez en 2007) estaban vivos. Algunos fusiladores asilados en ese “olvido” temporario no tuvieron más remedio que salir, pero para ser derrotados por Bayer en un debate de notas cruzadas como fina esgrima (o como facones) en los diarios de Buenos Aires.
Con los textos de Osvaldo y con la película “La Patagonia rebelde”, la huelga salió del inconsciente colectivo y comenzó a andar entre nosotros. La ficción y la realidad comenzaron a jugar con las emociones. Antonio Soto tomó la figura de Luis Brandoni, el coronel Varela fue Héctor Alterio y José Font, Federico Luppi.
Creo que la figura del gaucho rebelde, de un hombre de a caballo, macheaba con la fantasía popular. Facón Grande quedó más cerca de nosotros luego de esa gran movida, mucho más porque enfrentó al ejército en la Estación Tehuelches en el único combate nítido entre huelguistas y represores. Además, veníamos de siete años de dictadura militar.
Sobre la nacionalidad de Facón Grande, Carlos Roberto Santos (2012) reúne algunas investigaciones para llegar a la conclusión de que, en realidad, no se tiene certeza respecto de su origen. No sabemos si era oriental o entrerriano. Osvaldo Bayer, en esa investigación alucinante, le dice “gaucho entrerriano” pero no es taxativo al respecto.
Los exteriores de combate y la captura y fusilamiento de Facón Grande se filmaron en las estaciones Tehuelches y Jaramillo (del ramal Puerto Deseado-Las Heras). Todos los días, Walterio Stingl enganchaba la casilla y viajaba desde la estancia “Juana” hasta el lugar de filmación. Junto con Olga, su esposa, y Ana su hija de diecisiete años estacionaban en un lugar privilegiado. Allí recibían la visita frecuente de Osvaldo Bayer y quizá (se me ocurre ahora) hablarían en alemán.
Casting y vestuario.
Ana hizo amistad con actores, directores y técnicos. Así es que mientras se filmaban las últimas escenas en los estudios de Buenos Aires, logró convencer a Federico Luppi para que visitara a la abuela Henny, quien había conocido personalmente a José Font.
La abuela, luego de las presentaciones dijo, con absoluta honestidad:
– Usted no puede hacer de Facón Grande.
– ¿Por qué no? (Le preguntó Luppi, tocado en su condición de gran actor)
– Porque Font era así, respondió la abuela Henny, sentada en su silla, levantando al máximo su brazo para establecer una estatura mucho menor a la de Luppi, que medía 1.80.
Hay una foto icónica de un José Font en bombachas y alpargatas, faja ancha y gorra de visera, donde queda clara la diferencia entre el hombre y el personaje. Sin embargo, en la estatua de homenaje a Facón Grande emplazada sobre un pedestal a la entrada de Jaramillo, el escultor prefirió el modelo de la ficción. No es José Font quien está al tope del pedestal, es Federico Luppi.