Veredas al rojo vivo.

La Patagonia, su existencia, su posición geográfica, fue remota para el Viejo Mundo antes de ser visitada (cuando sólo era una hipótesis de los cartógrafos) y lejana para Buenos Aires aún en estos tiempos de conectividad. Una noticia, un enojo, comenzó a expandirse por las redes sociales: un periodista había hecho un informe por televisión donde denunciaba la existencia de veredas con calefacción en Tierra del Fuego y Santa Cruz y al mismo tiempo sermoneaba a los patagónicos por el despilfarro de energía especialmente subsidiada.
Otro periodista, también en la televisión de Buenos Aires, dio calle y número de una casa en Río Gallegos donde, según él, un vecino tenía una red que suministraba calefacción a su vereda. “Losa radiante” definió el periodista. Y se despachó con una catilinaria referida al derroche de energía doblemente subsidiada. En pocos minutos (en tiempos de conectividad) el vecino salió al aire por un canal local a desmentir el informe e invitar a ese periodista a que descubriera en su vereda las instalaciones de calefacción. Nadie esperaba que el Presidente Macri, en la mismísima Casa Rosada le otorgara veracidad a los informes. “Lo dicen en la televisión”, expresó:
https://youtu.be/hWxKobhIat8

Las novelas de caballería ya estaban de moda (más o menos como la televisión, sus series y sus noticieros) a principios del Siglo XVI. Con seguridad, tanto Hernando de Magallanes como su cronista, Antonio Pigafetta, habían leído las aventuras de un caballero que se enfrentaba a un gigante llamado Patagón. Cuando llegaron a San Julián, en 1520, un hombre se apareció sobre la playa y dice Pigafetta que el Capitán llamó a este hombre “patagoni”. Por supuesto que, en esa tierra donde todos los mapas antiguos mencionaban la existencia de gigantes, sólo podía aparecer un gigante. (Estoy citando a la filóloga argentina María Rosa Lida quien desentrañó el origen de nuestro gentilicio).
En 2007 publiqué la primera edición de “Patagonia, ficción y realidad” que, felizmente, tuvo una segunda edición en 2011. Es un texto que aborda lo cierto y lo fantástico en una tierra que pertenece (como el Caribe) a la fantasía colectiva de los hombres.
Solamente por citar algunas cosas digo que se cree que Hitler murió en la Patagonia, que los Templarios navegaron desde Europa en un viaje secreto, en una flota que nunca regresó y enterraron el Santo Grial en la meseta. Y también que en algún lugar de la meseta está la momia de “Patoruzek I”, antepasado de “Patoruzú” cuyas pilchas (ponchito corto sobre el cuero, ojotas y pantalón arremangado) no tienen nada que ver con la Patagonia. Es una ficción de historieta. Las otras, ficciones de la Historia.
La Patagonia es la principal productora de gas de la Argentina y tiene, también, las temperaturas más bajas del territorio nacional. Como corresponde, tenemos tarifas especiales.
Cuando la televisión y la Patagonia se abordan al mismo tiempo, las posibilidades de que la ficción triunfe son muchas. Las veredas calientes son la prueba (im) palpable.