El Chenque, las serpientes en lucha.


(Foto: página Chile precolombino)

En febrero de 2008 el gobierno de Australia pidió disculpas a los pueblos originarios: “Como primer ministro de Australia, (dijo el funcionario) les pido perdón. De parte del Gobierno de Australia, les pido perdón. De parte del Parlamento de Australia, les pido perdón. Y les ofrezco esta disculpa sin reservas”. Más de cien mil jóvenes aborígenes habían sido removidos de sus hogares para ser llevados a la fuerza a vivir con familias anglosajonas, dentro del contexto de una política estatal de “asimilación”.
Australia, cuya población originaria podría ser una de las más antiguas del planeta, sufrió el saqueo humano de mano de obra necesaria para realizar un modo de producción que ellos nunca tuvieron intención de realizar en su milenaria relación con la tierra. En su milenaria unidad con la tierra y todos los seres vivos.
Es aquí donde entra la cuestión de El Chenque de Comodoro Rivadavia: voy a transcribir algunos párrafos de un posteo realizado por Jorge Spíndola (cuyos datos se encuentran largamente en Google). De paso descubren, entre otras cosas, a uno de los grandes poetas patagónicos.
De América, de los saqueos de oro y plata, del cerro de Potosí, del cacao, de la destrucción de las grandes civilizaciones, no hace falta hablar. Lo sabemos. España nunca pidió perdón.

Las serpientes en lucha: Kai Kai y Treng Treng

Dice Jorge: “Más de 100 años de extractivismo parecen haber formateado una forma excluyente de ver y hacer las cosas en esta ciudad. Una forma totalitaria de entender nuestra relación con el mar y con la tierra. Una racionalidad extractivista y sus lógicas de socavar, perforar, cementar, aplanar, aplastar, de contaminar sin miramientos todo lo que vive para extraer y extraer sin nunca devolver.”
“Ante todo diré que les debo a mis mayores chilotes-williche la forma en que veo y expondré aquí las cosas. De ellos aprendí que toda la vida es una y que estamos entrelazados. Hablo de Treng Treng y Kai Kai, las serpientes del agua y de la tierra en eterna lucha, en constantes y delicadas relaciones de equilibrio y desequilibro. No es un mito, no es cosa de ignorantes, es una imagen de la unidad de todas las vidas, incluyendo los ancestros que allí descansaban”.
“El primer principio es el yewen, el respeto por esa trama de lo vivo. Pedir permiso, y pedir siempre dando o pedir devolviendo; tomar las cosas del mundo sabiendo siempre que es necesario preservar el equilibrio, no romper la red que nos sostiene”.
“La marejada extraordinaria de hace dos semanas y la de hoy, no son las primeras ni las únicas” (sigue diciendo Jorge). Publica un mapa satelital tan contundente que sólo la ceguera de la furia extractivista no lo puede ver”.
“Treng Treng y Kai Kai nos hablan de eso, de la larguísima lucha entre el mar y la tierra. Caer y levantar, en una conversación de fuerzas que nos exceden y que cuando intervenimos en ellas sin saber nuestro lugar, nos perdemos. Las tierras “ganadas” al mar, nunca serán más que una ganancia precaria y vil, y siempre de pérdida hacia el futuro”.
“Treng Treng y Kai Kai nos hablan del Itrofill Mongen, la trama o totalidad sin exclusión de todo lo que vive, y esa trama y sus delicados vínculos no pueden ser reconstituidos desde las lógicas del extractivismo que ve rutas para pasar pisando en vez de ver la tierra, el mar y nuestra precaria existencia entre las fuerzas que allí convive”.
Hasta aquí los párrafos elegidos.
Les recomiendo el texto completo. Abordé la parte que más me conmueve, que es la relación del hombre con la tierra y los seres vivos. El río también está vivo, y el lago, y el mallín y la meseta, las flechas de los picaderos, las manos pintadas.
¿Alguna vez pedirán disculpas por el uso indiscriminado del agua del Río Senguerr para la extracción secundaria del petróleo? ¿Habrá resarcimiento?

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